viernes, 15 de junio de 2012

Mis tardes con María Elsa




Maria Elsa, es enfermenra jubilada, es un ángel de ébano, está internada en la sala de cuidados
intensivos del Sanatorio Güemes.

Hemos  pasado muchas tardes juntas, en el taller de escritura, desde hace más de diez años.
No sé cómo han pasado los años. Ella, siempre con la misma sonrisa, nunca un papel ordenado,
siempre buscando en su bolso los cuadernos que se desarman de tanto andar junto a ella.
Siempre cuenta historias, hermosas historias, o alguna vez se entrega con un poema,
un poema hecho por ella. Muchas veces contando las pequeñas historias de sus pacientes
pequeños cuando era enfermera y trataba niños con enfermedades terminales.
En el Hospital de Clínicas y en el Hospìtal de Niños. Los dos en la ciudad,  insensible y
enorme que es Buenos Aires.

Ahora mis tardes con ella son diferentes, dos jueves seguidos, desde que supe que está
internada.
Voy a verla, entro sonriendo y ella está de viaje por las nubes o las estrellas, reuniendo flores
en los jardines invisibles.
Hablo y hablo y hablo. Le hablo. Le cuento del taller, le digo que Coco, su perro,
está afuera esperando que alguien se descuide para entrar, que las chicas, las birlis
(el grupo se llama Birlibirloque) le envían besos y abrazos, que todas la queremos
mucho y que la exctrañamos, y que me tocó a mi en suerte, ir a visitarla.
Eso fue el jueves de la semana pasada.
Este jueves, ayer, la visita fue distinta, llevé el libro Aún no está todo dicho,
que publicamos entre todas, para leerle sus cuentos y poemas.
(Esto me lo sugirió Irma que es otra birlibirloquera, psicóloga de pacientes terminales).
Y leí, en voz alta, tocando su frente cada tanto, rozando su hombro, haciendo un pellizco
en la nariz.
También leí un texto de cada birli. Ninguna señal de nada. Las flores en los jardines
invisibles la tienen atrapada.
Le conté a las enfermeras la historia de María Elsa enfermera, abuela, escritora, amiga,
solidaria.

Dejé el libro sobre la mesita y sentí que estábamos todas juntas, como cuando
trabajamos en el taller o cuando festejamos algún cumpleaños o simplemente festejamos.
Y le dije que lo dejaba a su lado y que todas estábamos ahí.

Y allí me quedé dentro del libro y junto a ella. Y así seguiré hasta que nos encontremos
y podamos mirarnos a los ojos y seamos pura sonrisa en el abrazo.


Cecilia  Ortiz
para María Elsa Bravo

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