domingo, 7 de septiembre de 2008

Anécdota

9 de noviembre de 2007


Estamos en Santo Domingo de Tonalá, Huajuápan de León, Oaxaca, México.
Somos el grupo designado a permanecer durante dos días, participando en los eventos que cada comunidad preparó para el XV Encuentro Internacional de Mujeres Poetas en el País de las Nubes.

La fotografía la toma Patri.
De izquierda a derecha: Ivonne, María Elena, Rosa María, Artemio, Laura y Socorro.
Más arriba estoy yo.

Artemio es la persona designada, por el Presidente del Municipio, para hacernos conocer el paisaje cercano a la población.
Suponemos que para hacer tiempo, hasta que se organicen, pues supieron que íbamos, a media mañana. Y llegamos pasada la una. Una voz femenina dijo: Ya la escuela está cerrada.
Nosotras quedamos en el aire. Literal.
¿Entonces?

Habrá que pensar algo, para hacer, pero qué.
¿Una visita a la escuela, fuera del horario habitual?
¿Leer poemas y hablar de nuestro oficio de escritoras?
¿Decir que la poesía surge rebelde, porque el mundo tal cual es no nos gusta?
¿Un recital en la bella plaza que vimos al llegar?
Todas decimos algo, hablamos bajo, sugerimos, dudamos. Lo mejor es seguir caminando.

Nos vamos detrás del hombre que habla continuamente. Y escuchamos: si hubiéramos sabido que venían les hubiéramos reservado habitaciones en el hotel, que ahora está completo, ocupado con gente que vino de México D.F.

Tal vez un tequila nos vendría bien.

Sabíamos que en todas las comunidades nos alojaríamos en casas de familia. Pero de esto, Artemio, no ha dicho nada.

Caminamos observando la naturaleza a pleno. Los sabinos necesitan mucha agua, la necesitan para desarrollar su tamaño, estar a pleno verde, y entre sus raíces siempre hay agua corriendo por pequeños surcos. Lechos de piedras que musicalizan el momento.
Nos dicen que si bebemos el agua estamos signadas a volver.
El agua es clara, limpia y hace calor. Necesitamos beber agua, (como los sabinos) para resistir el cansancio y la sensación que estamos en un lugar donde nadie nos esperaba.
Primero, mojamos manos, luego caras, y por último, algunas bebemos.

Salimos del bosque para ir a almorzar. Y, después...
¿Y después?

Cuando finalice el día sabremos si el deseo del volver será muy fuerte o quedará como anécdota.


® Cecilia Ortiz

Para todas mis compañeras de grupo.